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Carlos Caszely: decir no al dictador

17:57Unknown


Carlos Caszely se formó en la cantera de Colo-Colo, una de esas canteras que parece no agotarse nunca. Nació en Santiago en 1949, un 5 de julio, y debutó con el primer equipo con tan solo 17 años. Lo que parecía una simple prueba duró nada más y nada menos que seis temporadas. De los 17 a los 24 años, momento en el cual decidió marcharse, buscar nuevos retos. Retos que le llevaron a la Liga española, primero al Levante y más tarde al Espanyol. Otras tantas temporadas más donde se curtió como jugador y que terminaron desembocando en su vuelta a Colo-Colo.

Durante todo su trayecto hasta su retiro como profesional en el Barcelona de Ecuador, Caszely anotó 208 goles y ganó cinco ligas y tres copas chilenas. Y por supuesto, su desparpajo en el campo le llevó a la selección. Con Chile se puso a la altura de grandes mitos como Marcelo Salas o Iván Zamorano, anotó 29 goles en 49 partidos y tuvo la suerte de disputar dos Mundiales, el de Alemania 74 y el de España 82. Y fue en aquel Mundial, en el primero que disputaría, el de Alemania, cuando el nombre de Carlos Caszely se pondría de relieve, mucho más allá del fútbol.

Ya como estrella indiscutible del Colo-Colo que había alcanzado la final de la Copa Libertadores de 1973, Caszely había sorprendido a propios y a extraños por su indiscutible compromiso político y su apoyo a Unidad Popular, el partido comunista con el senador Volodia Teitelboim a la cabeza. Su alineación con el ideario de la izquierda comenzaría a traerle problemas con la ascensión al poder de Augusto Pinochet tras el golpe de Estado que terminaría con el gobierno de Salvador Allende y que iniciaría una de la etapas más oscuras de la historia reciente de Chile.


 Colo-Colo comienza a ser entonces un lugar poco seguro para Caszely por lo que decide que Levante primero y Espanyol después, a pesar de haber tenido contactos con el Real Madrid y Barcelona, son las alternativas perfectas. Una manera de huir sin desprenderse de lo que más amaba. Pero su relación con el fútbol chileno no iba a desaparecer así como así.

Chile debe enfrentarse a la URSS en la repesca para lograr el billete al Mundial de Alemania. No fue un partido fácil debido a la nueva realidad política que se había instalado en tierras chilenas. En la ida en Moscú La Roja consigue un empate a cero, pero para el partido de vuelta, la URSS se niega a viajar al país de Pinochet alegando que el Estadio Nacional de Santiago se utiliza para algo más que para jugar al fútbol. A pesar de los informes de la FIFA, todos positivos, la URSS no se presentó al partido. Chile si lo hizo. En un estadio preparado para el paripé, los once jugadores chilenos anotan el gol que los lleva a Alemania. Enfrente ningún rival.



Carlos Caszely viajará con Chile. Es uno de sus mejores jugadores pero su compromiso político da más de un quebradero de cabeza. El gobierno de Pinochet sabe de sus ideas, pero también es consciente de que no puede desprenderse de su mejor jugador. 
"Van a afrontar problemas en Europa ya que la calumnia y la mentira han llegado a cambiar la mentalidad de muchos europeos que no saben ni conocen lo que está sucediendo en Chile". Eran palabras de Augusto Pinochet. El dictador junto a otros altos cargos de la Junta de Gobierno despiden a la selección chilena que pone rumbo a Alemania. En la expedición Carlos Caszely. Pinochet saluda uno a uno a todos los miembros del equipo. Pero cuando llega a Carlos este le niega el saludo y no le estrecha la mano. 

Caszely es expulsado en el primer partido contra Alemania, por lo que se pierde el encuentro contra Alemania Oriental. Chile termina cayendo en la fase de grupos. Para entonces, Caszely ya parece ser el enemigo a batir para el régimen de Pinochet. 
Desde Chile se critica duramente su expulsión, haciendo notar que fue a propósito para evitar el enfrentamiento contra Alemania Oriental, país por entonces con un régimen con el que simpatizaba. La relación de Caszely con Chile no iba a ser la misma.

En 1977 el régimen de Pinochet veta la presencia de Caszely en la selección. Chile no logra la clasificación para el Mundial de 1978 y Carlos sigue su periplo goleador por tierras españolas vistiendo la camiseta del Espanyol. En La Roja saben de su importancia y de su capacidad de liderazgo en el combinado por lo que en 1978, con Caszely de nuevo en Colo-Colo, la selección vuelve a llamarlo. Se convierte en el mejor jugador de la Copa América de 1979, donde Chile logra el subcampeonato, y La Roja consigue la clasificación para el Mundial de 1982 que se celebraría en España.



La prensa vuelve a cargar contra él tras fallar un penalti frente a Austria en el Mundial de Naranjito. Para entonces su madre, Olga Garrido, ya había sido víctima de los abusos del régimen: "Fui secuestrada, llevada a un lugar desconocido, vendada, y fui torturada y vejada brutalmente". Era la confesión de una madre que había sufrido la ira de la dictadura de Pinochet. Pronunciaba aquellas palabras 15 años después, en 1988, en público, durante una campaña electoral por un plebiscito en el que se votaba por la continuidad de Pinochet en el poder. "Por eso voto no", sentenció Olga Garrido. A su lado la figura de un ídolo en Chile, Carlos Caszely. "Yo también voto no", dijo. Y tras el silencio, una afirmación: "Esta señora es mi madre". 

Tras el nuevo ataque de la prensa por dudar de su compromiso con Chile al fallar el penalti contra Austria, Carlos Caszely decide renunciar a la selección. Es el año de 1985 y Carlos pasa a convertirse en un opositor activo del régimen de Pinochet, con el que vuelve a cruzarse de nuevo. Cara a cara.

Fue una audiencia en La Moneda, lugar donde Salvador Allende había puesto fin a su vida. Pinochet se plantó frente a Caszely. Esta vez si hubo saludo. Carlos se había convertido en un héroe para Chile, dentro y fuera del campo, y Pinochet lo sabía. Tan consciente era de la dimensión que había adquirido la figura de Carlos que el dictador intentó tomarse una fotografía con él, pero el jugador se negó a posar. Su compromiso de lucha contra el régimen y a favor de la democracia seguía más vivo que nunca.

En 1988, después de que el mundo conociese su historia y la de Olga Garrido, su madre, el "No" se imponía en el plebiscito. Era el principio del fin de la dictadura en Chile. 

Un texto de: Berenice Díaz.

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