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El Ángel del Norte

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Un texto de: Álvaro Ramírez | @alv_var

Todo aquel que llega a Tyne y Wear suele hacerse dos preguntas: si Newcastle tiene castillo y si el Ángel del Norte representa a Alan Shearer. Sí y no.
En el noroeste de Inglaterra, el río Tyne separa a Newcastle de Gateshead, el principal reclamo turístico de la región de Tyne y Wear. Newcastle toma su nombre, precisamente, del Castillo Nuevo construído por los Normandos allá por 1080, cuando el rey William I mandó a su hijo al norte para defender al país de los escoceses. De aquel New Castle, que sufrió varias transformaciones a lo largo de los años, queda en pie Castle Keep. Al igual que otros enclaves de la zona, Castle Keep está vigilado por la atenta mirada del Angel of the North (el Ángel del Norte), una escultura moderna diseñada por Antony Gormley finalizada en 1998. 

Una vez resuelta la duda del castillo de Newcastle, el Ángel del Norte se lleva todas las fotografías. Imperial y gigantesco, después de haber sido objeto de numerosas críticas, ha terminado por erigirse como uno de los emblemas del noroeste de Inglaterra. Pero sucede que, al margen de fortalezas normandas, el Ángel del Norte comparte importancia con una de las leyendas de la ciudad, Alan Shearer, por lo que no es extraño que el turista intente relacionar la monumental escultura de acero con el monumental goleador que vino al mundo un 13 de agosto de 1970. Sobre todo si alguien intenta que así sea.

Alan Shearer dio sus primeros pasos en el Southampton, donde debutó un 26 de marzo de 1988 con diecisiete años después de que, curiosamente, hiciese las pruebas en el Newcastle y lo rechazasen. Lo hizo de la mano de otro monstruo del fútbol inglés, Matt Le Tissier, y aunque el muchacho de 17 años completaría una sorpresiva temporada -incluído un hat trick al Arsenal- la zona del área seguía siendo territorio de Le God.


Aquel joven de pelo rizado y rubio puso rumbo al Blackburn Rovers en 1992, dispuesto a madurar en una Premier League que crecía al calor de la tragedia de Hillsborough y el Informe Taylor y de la enésima resurrección del Partido Conservador, que veía caer a Margaret Thatcher como primera ministra y líder de la formación en detrimento de John Major.
Shearer anotó 16 goles en 22 partidos y en un abrir y cerrar de ojos Lancanshire se rindió a sus pies. El acierto de Kenny Dalglish, entonces entrenador de los Rovers, parecía haber sido mayúsculo. Pero el cielo se hizo esperar.

En la temporada 1993/94, con un equipo en el que figuraban Jason Wilcox, Tim Sherwood,  David Batty, Stuart Ripley o el propio Shearer, los Rovers acariciaron el título de liga. A pesar de que Shearer anotó 31 goles en 40 partidos, una mala racha en la recta final, con tan solo una victoria en los últimos cinco partidos, dio el título al Manchester United de Alex Ferguson. Mucho esfuerzo para nada. 31 veces que la mano derecha de Alan Shearer se había levantado para celebrar un tanto y la gesta se había quedado tan cerca. Ocho puntos. Ocho puntos alejaron a los de la camiseta arlequinada de un título liguero que no se saboreaba desde 1914.

Fue en 1995 cuando los chicos de Dalglish paralizaron Blackburn. La temporada arrancaba con una derrota en Wembley en la Charity Shield frente a los red devils. Jack Walker, magnate del metal, se había dejado mucha pasta en crear un Rovers campeón y una de sus últimas aportaciones a la causa iba a ser el fichaje de Chris Sutton, un joven nacido en Nottingham y que el Blackburn compró al Norwich por 5 millones de libras. La delantera que conformaron Shearer y Sutton, que el mundo conoció como SAS, obró el milagro.

El Blackburn se aupó al primer puesto de la tabla ya por la jornada 15. Pero el Manchester United era el Manchester United y aguantó el tirón, por lo que la conquista del título se alargó hasta la jornada 38.
La Premier League de la temporada 1994/95 se decidió en dos grandes escenarios. En Upton Park, donde el Manchester United visitaba al West Ham y en Anfield, donde los Rovers debían enfrentarse al Liverpool.

Cuando Jamie Redknapp ponía el segundo para el Liverpool, los corazones de los 10.000 habitantes de Blackburn estaban cerca de salir disparados por la boca. Dependían de sí mismos y esta vez no se podía escapar. Los hammers se habían adelantado en Upton Park pero McClair había empatado para los red devils. No podía ser. El Manchester United no podía ganar. Y no ganó. 81 años después el Blackburn Rovers, con Alan Shearer a la cabeza, era campeón de liga.

El reto de mantener la condición de campeones y pasar por la Champions con orgullo no fue nada fácil a la temporada siguiente. Los Rovers terminaron séptimos en liga y quedaron eliminados en la fase de grupos de la competición europea. Pero Shearer seguía siendo Shearer: 37 goles firmó aquella temporada.

Para entonces, se había convertido en un símbolo. Un símbolo para los Rovers y un simbolo para Inglaterra -fue el máximo goleador en la Eurocopa de 1996- al que se rifaban los grandes equipos del planeta fútbol. Pero Shearer no quiso ir al Manchester United, ni tampoco al Arsenal. Por supuesto, no quiso salir de Inglaterra. Alan Shearer se fue al Newcastle.



Kevin Keegan fue uno de los culpables de que el Newcastle desembolsara más de 14 millones de libras por Shearer. Llegó a un equipo que tenía en nómina a Asprilla, David Batty o David Ginola. Ese equipo se encargó de vapulear al Manchester United por 5-0 un 20 de octubre de 1996 y ese equipo estuvo cerca del subcampeonato. En ese equipo Alan Shearer, con 25 goles, se convirtió en el máximo goleador de la competición por tercer año consecutivo.

En 1997 sufría una lesión de ligamentos que lo dejó fuera casi toda la temporada. A eso se le sumó su agresión a Neil Lennon -el jugador del Leicester al que propinó una patada en la cabeza- y el desasosiego propio de estar viviendo la cara menos agradable del fútbol.
Continuó anotando goles, claro, pero las urracas no terminaban de despegar. Por el banquillo pasaron Gullit o Bobby Robson que celebraron desde su posición privilegiada en el campo los goles de un matador del área como Shearer. Pero todos aquellos balones al fondo de la red no servían al final para nada en el colectivo. Marcó veintiuno (1998/99), después treinta (1999/2000). La lesión en la rodilla dejó su cuenta en siete en la 2000/01 pero regresó con fuerza: veinticinco en la temporada siguiente, veintiocho en la 2003/04, diecinueve en la 2004/05 y catorce para despedirse definitivamente en la 2005/06.

Los Magpies, que habían vivido a la sombra de los goles de Jackie Milburn, bautizaron a Shearer como el Ángel del Norte. Fueron 490 goles en total, de los cuales 260 los anotó en la Premier League, convirtiéndose en el máximo goleador de su historia. 490 veces que alzó su brazo derecho para celebrar que el balón tocaba la red.

En 1999, antes de la final de la FA Cup frente al Manchester United, los hinchas del Newcastle vistieron a la famosa escultura del Ángel del Norte con una gigantesca camiseta con el 9 de Shearer. Majestuoso, vestido de negro y blanco, el Ángel observó el río Tyne y la fortaleza del antiguo castillo levantado por los Normandos. Mientras, las urracas caían por dos goles a cero en Wembley.







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