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Bogotá: fútbol, arte, tertulia

14:45Unknown


Alguna vez, recordando los apuntes de clase de la universidad, se me vino a la mente aquella cátedra de comunicación y cultura que se dictaba los viernes, pero en especial una, impartida justamente antes de un partido de eliminatoria entre Colombia y Bolivia. 
El profesor, al ver a casi todos sus alumnos con la camiseta de la selección, (incluido este servidor), empezó su lección comuna frase tajante y hasta algo incómoda para su auditorio: "Esta ciudad se vuelve loca por un simple partido de fútbol, empezando por ustedes, y yo les pregunto: ¿Que aporte a la cultura le hacen ver a 22 haraganes detrás de una pelota? ¿Por qué esa apología en mi clase a algo tan banal e insulso?
Obviamente, en ese momento quedamos atónitos con las apreciaciones del docente, pero hoy, al asumir este lindo reto de escribir para Striker Magazine, y rememorar ese pasaje de la vida universitaria, decidí en estas líneas dicho cuestionamiento, y mostrar cómo se unen la experiencia de la cultura y la pasion por el futbol en una ciudad que envuelve mucho de ambos escenarios, hablo, sin lugar a duda, de mi querida y alocada Bogotá.

En Bogotá conviven el rocker y el rapero; el punk y el rastafari; el salsero y el campesino; pero en su gran mayoría, se unen en una pasión: el fútbol.

Bogotá, al ser la capital de Colombia, es una ciudad donde no sólo convergen los actores comerciales y sociales, sino que en gran cantidad, las asociadas a la cultura y el arte; aquí convive el Rocker con el Rapero, el Punk con el Rastafari, el Salsero con el campesino, el hombre de oficina con la ama de casa, pero en su gran mayoría, se unen en una pasión, esa que solo despierta El deporte Rey.

Gerardo Lemos, periodista colombiano de la BBC de Londres, me dio algunas luces para poder entender más a fondo esa conexión entre el arte, la tertulia, y el fútbol y encontrar la clave para empezar a deducir las respuestas que este escrito necesitaba: “Yo creo que aunque son dos cosas tan distintas, poseen algo que se necesita para hacer las dos. Pasión. Sin esta, es imposible poder transmitir un mensaje por medio del arte. Hasta el día de hoy, no conozco algún artista que pueda transmitir algún mensaje sin tener pasión por lo que hace. Lo mismo es con el fútbol, ningún jugador llega al profesionalismo sin tener pasión por lo que hace día a día.
Pero desde ahí, más que encontrar una posible solución, encontré la motivación para desplazarme a la calle, la cuna y el escenario de los artistas, el sitio donde se conecta el trajín de la ciudad y la magia del show, el sitio donde podría dilucidar la esencia misma del espectáculo y el fútbol: La pasión.

Entonces, en mi trasegar por plena Carrera Séptima, la vía más importante de la ciudad, encontré a un Mimo, su nombre, Ignacio Sánchez; Ignacio es hincha del Club Millonarios, uno de los clubes más populares de la Capital, y donde figuraron grandes estrellas en los años 50’s como Di Stefano, Rossi, Pedernera y compañía, en aquel equipo de ensueño que marcó la época de “El Dorado”. Con su cara pintada de Blanco, unas pegatinas de sonrisas en sus manos, y la humildad propia del artista callejero, el arlequín de las calles bogotanas me dice con suma confianza, que ni siquiera en muchos literatos he visto reflejada:
El fútbol de por sí es un arte, una belleza, un amor, es tan bonito como la flor que nace en un pavimento, la técnica en la cultura y en el juego se crean a través de la fuerza, de la unión, de ahí que nos da orgullo sacar una bandera o cantarle una canción al equipo, pero cuando confundimos el amor con el placer, es lo que nos lleva a traicionar el arte del fútbol”.
Sentir esas palabras, me llevaron a continuar en búsqueda de otras miradas que acompañen la hipótesis de Ignacio, y recordé a uno de los humoristas más consagrados y exitosos en Colombia; 20 años de Carrera artística, maratónicas presentaciones alrededor del mundo, y su enfermizo amor por el fútbol (En especial por el América de Cali. El trece veces campeón Colombiano y finalista en 4 ocasiones de la Copa Libertadores, hoy sumido en Segunda División), me llevaron a conversar con Carlos “El Mono” Sánchez, y el “Mono” con la misma buena onda que irradia en los tablados, se refirió a la “Pecosa” como herramienta para hacer cultura, en especial en una Metrópolis pluricultural en la que se ha convertido la capital colombiana.
Colombia de por sí respira fútbol por tradición, aunque hayan otros deportes, como por ejemplo el Béisbol o el Softbol en la Costa Caribe, el patinaje, las pesas o el ciclismo que nos han dado tanta Gloria, pero creo que cualquier alternativa deportiva es la misma alternativa artística, ser reconocido en cualquier disciplina, llámese el humor, el grafiti, la música, o el mismo fútbol, es parte del ser humano, que te recuerden por algo que dejés huella, que pasés por esta vida haciendo algo por los demás, pero no crearle hacia los demás odio o rabia hacia lo que haces, sencillamente, siéntete orgulloso de lo que puedes hacer, bríndaselo a los demás y que lo sepan recibir, no importa la ciudad, no importa el deporte, no importa el arte".

Entonces volví a la calle, a seguir buscando más aristas a ese cuestionamiento de cátedra, y me topé con dos chicos peruanos, turistas en Bogotá, y con la pasión del fútbol en las venas, pero eso sí, distanciados por la rivalidad más grande en el territorio Inca; Universitario VS Alianza Lima. “cremas” y “blanquiazules”, representaban ante mí las coincidencias culturales y futboleras en la gran Urbe Peruana y la colombiana.
Lastimosamente, en el Perú han usado el arte para atacarse mutuamente entre hinchadas”, me dice Sofía, la aficionada “crema” del encuentro, mientras que Eduardo, el “Grone” de la conversación, rompe su silencio de algunos minutos diciendo: “Hay Grafitis muy lindos, lastimosamente también se ven muchos con el doble sentido”.

Estamos parados en “El Chorro de Quevedo”, el lugar donde cuenta la historia que el 6 de Agosto de 1538 se fundó la ciudad de Santa Fe, que después adoptaría el nombre de Santa Fe de Bogotá, en honor al nombre que los indígenas Chibchas le tenían a la región; “Bacatá” y finalmente, lo que hoy conocemos como Bogotá. Es inevitable ver a Sofía y a Eduardo y no preguntarles sobre el ambiente, el clima futbolero que se vive en Lima, intercambiar conocimientos y experiencias entre una ciudad a la otra.
Y el ambiente es muy similar, Lima se divide en los Clásicos, igual que en Bogotá con el Santa Fe – Millonarios, las barras sienten igual, la previa se vive de la misma manera, y hasta la música entra a jugar. “La música motiva, con ella alientas aún sin estar en el estadio”, me dice Eduardo, tal vez con su corazón puesto en el barrio de Matute.
Me despido de mis amigos peruanos, y empiezo a encaminar las conclusiones, aunque sé que el tema daría si se quiere para un informe mucho más extenso, y al caminar por las calles de aquella Bacatá colonial, voy dándole forma a la respuesta que le daría al profesor, si el tiempo y la vida me dieran la oportunidad de verle de nuevo.


Se me cruzaron las palabras de Gerardo Lemos y “El Mono” Sánchez, quienes a pesar de la distancia asumieron el rol de espectadores e ilustradores de claves para entender hacia dónde se conectan la magia del fútbol y la de las manifestaciones artísticas.
Gerardo, que más que periodista es un aficionado más a este deporte, que ha podido verlo desde las perspectivas propias de América y Europa, le da algo más de forma a mis pensamientos finales con esta respuesta: “Puede ser una manera, pero no necesariamente la única. Obviamente, dado a que el fútbol es el deporte más seguido en el mundo, genera una mayor atracción entre el público. Pero hay expresiones artísticas que generan un gran impacto sin tener que hacer algo relacionado al deporte, para generar un impacto en la sociedad y generar un cambio de mentalidad.

Monito”, más entregado a su esencia del humor, y a su experiencia como relator de historias cotidianas a través del don de hacer reír partiendo de sus propias vivencias, muestra su perspectiva para encontrar la afirmación, y dice “Todo espacio recreativo, deportivo y cultural aleja a las personas de su realidad, ya sea por 30, 60, 90, 120 minutos, lo que dure tu arte, lo que dure tu pasión, claro que el arte y el deporte tienen que ser un vehículo para sensibilizar a las personas, todos llevamos eso por dentro, el arte y el deporte lo pones tú, tú le pones arte al deporte, y el deporte es un arte dentro de ti".

Luego, a mi cabeza viene las conclusiones de esas dos tertulias, una con el Mimo Ignacio, y la otra con mis amigos peruanos, que me hicieron apropiar de una premisa que dio el periodista Javier Hernández Bonnet en una conferencia a la que tuve la oportunidad de asistir, en la que la Tertulia entre amigos es la base para el debate sano sobre el fútbol, me doy cuenta que a pesar de ser personajes totalmente distintos, buscan un ideal cuando de juntar fútbol y cultura se trata: La pacificación del fútbol, a través del fortalecimiento de las expresiones artísticas que lo envuelven, para que el deporte de multitudes vuelva a su esencia, al compartir una pasión con diferentes colores, pero que lejos de ser un causante de rivalidades más allá de la cancha, sea el instrumento de unión entre quienes disfrutamos del bonito espectáculo del Gol.

Siento que estoy preparado para responderle la pregunta al mencionado docente, y no porque yo me la invente, sino porque esta alocada ciudad futbolera, esta selva de cemento que respira Gol, me dio los argumentos. Bogotá me demostró que el fútbol y la cultura no solo van de la mano, sino que en si mismas, una hace parte de la otra, si el fútbol no hiciese parte de la cultura, muchas de las historias y tradiciones que han permanecido gracias a “La redonda” estarían en el olvido, y si la cultura no tuviera cabida fundamental en el fútbol, seríamos unos fríos espectadores viendo cómo se mueve una pelota de un lado a otro, perdería el color, la esencia, el espectáculo más allá de los 22 que saltan al terreno de juego.

Aunque no se quiera ver de aquella manera, es una relación que no podemos dejar de lado, no podemos cortarle las raíces que las unen para imponerle teorías que las distancien, no podemos cortarle el componente pasional a la cultura, y la belleza del arte al fútbol, ni mucho menos podemos dejarla por fuera de los diálogos de cafetín para intentar construir un mejor espectáculo futbolero, por eso, Bogotá, me deja en claro que es la capital del fútbol, el arte y la tertulia.

Un texto de: Michael "El Turco" Puertas | @ElTurcoPuertas

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