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Ucrania: la superviviencia del fútbol

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A pesar de la complejidad del conflicto y de la inestabilidad de un país tan grande como España, en Ucrania se sigue jugando al fútbol. Todo invita a pensar lo contrario, pero no es así. Si exceptuamos la zona más oriental del país -la más golpeada por el conflicto-, lugar donde muchos jugadores se niegan a viajar y foco problemático en el que puso su mirada la UEFA y la federación ucraniana para sentar una excepción, el fútbol sigue vivo tras la crisis que se extendió desde Crimea a toda la frontera con Rusia hace ya más de un año.

LAS CLAVES DEL CONFLICTO
• En noviembre de 2013, Víktor Yanukovich, presidente ucraniano, decide retirarse de la firma de un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea debido a que la unión con Moscú parece resultarle más provechosa. La decisión provoca las primeras protestas en Kiev.
• Un pacto entre la UE, Ucrania y Rusia, bajo la presión de Estados Unidos, no prospera. Yanukovich es destituído y huye a Rusia el 22 de febrero de 2014. La violencia en las calles se intensifica y tras dos días de protestas se contabilizan cerca de 88 muertes.
• El nuevo poder nacionalista prohíbe la cooficialidad del ruso. Se incrementan las protestas y los enfrentamientos entre nacionalistas y prorrusos.
• En marzo, en presencia de tropas rusas, los ciudadanos de Crimea votan a favor de la independencia de Ucrania y su anexión a Rusia en un referéndum no reconocido por la comunidad internacional. Vladimir Putin firma una ley por la que devuelve Crimea a Rusia (había sido regalada a Ucrania por Krushev).

Evidentemente el proceso y la aparente tranquilidad no han sido algo fácil. Uno de sus equipos más importantes, el Shakhtar Donetsk, tuvo que trasladarse a jugar sus partidos como local a Lviv, en el oeste de Ucrania, a unos 1.000 kilómetros de Donetsk, después de que seis de sus jugadores -Alex Teixeira, Fred, Douglas Costa, Dentinho, Ismaily y Ferreyra- se negaran a regresar a Donetsk. La ciudad vivió momentos graves y conflictivos después de ser ocupada por los rebeldes separatistas prorrusos y tuvo su momento más alarmante cuando se derribó un avión de Malaysia Airlines presuntamente con un misil. La inevitable marcha del conflicto propició que la UEFA prohibiera el enfrentamiento en las competiciones europeas entre equipos rusos y ucranianos, que también tiene limitados sus enfrentamientos con conjuntos georgianos por causa de la guerra.

Los otros dos conjuntos de Donetsk también se han visto obligados a jugar en el exilio: el Metalurg también lo hace en Lviv y el Olimpik en Kiev, zona que no se considera de alto riesgo y donde la selección nacional juega sus partidos como local.

Aún viviendo uno de sus años más convulsos, cuyos conflictos han influido también en el deporte en general, el fútbol ha seguido sobreviviendo, tanto los clubes de referencia como la selección nacional. Y eso, a pesar también, de un cambio de formato en la competición ucraniana para la temporada 2014/2015, como consecuencia de la expulsión de los equipos de Crimea y la imposibilidad de jugar encuentros en las regiones del Este.
Hasta entonces la competición constaba de dos fases con un total de 32 jornadas que se vieron reducidas a 26. Un calendario más corto debido a que hay menos equipos. Por ejemplo, al término de la temporada 2013/2014, debido a la inestable situación política que se estaba gestando en el país, el Oleksandria Kirovogrado renunció al ascenso que se había ganado en el campo, y tras ofrecer la plaza a otro equipo -Stal Alchevsk- decidió reducir la competición. De 16 a 14 equipos, producto de la negativa a unos ascensos y a la negativa de la Federación de integrar a los equipos de la península de Crimea en las estructuras del fútbol ruso.

Tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, la FIFA tuvo que tomar cartas en el asunto, aunque optó por alejarse finalmente sin tomar una decisión clara. El asunto para que los clubes compitieran estaba en manos de ambas federaciones, la rusa y la ucraniana, que necesitaban de un acuerdo para que todo llegase a buen puerto. Un acuerdo que no se produjo. De esta manera, muchos equipos cambiaron sus nombres como última medida a la que acogerse para poder competir en Rusia pero finalmente, clubes como el Tytan Armyansk, el FC Sevastopol o el Tavriya Simferopol terminaron por disolverse. Claro que no serían los únicos.

Con la reducción de partidos en el calendario de Liga, la Federación decidía incluir partidos de ida y vuelta a partir de los dieciseisavos de final en la competición de Copa.
Pese a una marcada inestabilidad, el fútbol en Ucrania sigue sobreviviendo, aunque no sin problemas. El más claro ejemplo la lucha del Dnipro hasta alcanzar la final de la reciente Europa League, eliminando a su paso a grandes rivales europeos como el Nápoles. También la selección, jugando sus partidos clasificatorios en un ambiente nada agradable y siempre bajo una amenaza constante por culpa de un conflicto que mantiene al país en el punto de mira.

Con una guerra latente y sensible, algunos también han dirigido sus miradas hacia Rusia y hacia el Mundial. El Bild se hacía eco de la preocupación expresada por Wolfgang Niersbach, presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) sobre la necesidad de no celebrar el Mundial de 2018 en Rusia por motivos de seguridad. Conflicto que se agravó cuando Joseph Blatter recibió una carta de uno de los senadores de Estados Unidos exigiéndole quitar la organización del Mundial a Rusia, alentándole a negar al régimen de Vladimir Putin tal privilegio y comenzando los preparativos para un país anfitrión alternativo. La crisis en Ucrania está lejos de superarse, y puede que el fútbol vuelva a vivir momentos convulsos. Pero de momento, con vaivenes, sobrevive.


Un texto de: Alejandro Carrasco

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